01 Mar LA PIEL Y LA DIABETES
La piel y la Diabetes
Las personas que viven con diabetes presentan mayor riesgo de desarrollar enfermedades de la piel; de hecho es común que una patología cutánea sea el síntoma de debut de la enfermedad. Además presentan una mayor predisposición a desarrollar infecciones, principalmente bacterianas y micóticas (por hongos), afectando principalmente uñas, genitales y pliegues cutáneos (axilas, ingles, espacios interdigitales y genitales).
La pérdida de líquido o deshidratación derivada de niveles de azúcar elevados, reseca la piel y provoca diversas molestias como picazón, escozor, grietas y descamación. La piel agrietada o inflamada permite la entrada de diversos microorganismos provocando una infección; por eso es importante que las personas que viven con diabetes tomen medidas preventivas rutinarias.
Consejos importantes a seguir:
1. Adecuada higiene. Con jabón preferencialmente sin perfume e hipoalergénico para no provocar mayor irritación. Es importante que la ducha no sea prolongada así como de que el agua no este demasiado caliente, ya que eso resecaría más la piel. Secar a consciencia después del baño. Prestar atención en pliegues, ya que suele ser una zona que al guardar humedad podría
promover la proliferación de hongos. Estos pliegues son: axilas, ingles, detrás de las rodillas, delante de los codos y espacios entre los dedos de la mano y de los pies.
2. Examinar la piel. La persona deberá de prestar sumo cuidado durante su rutina diaria posterior al baño observar su piel en búsqueda de anomalías como: manchas rojas, áreas resecas, ampollas, úlceras, cambios en la coloración, piel gruesa y tensa; de encontrar algún cambio se deberá de comentar en sus citas médicas para poder indicar tratamiento.
3. Adecuada hidratación. Es importante aplicar una crema hidratante posterior al baño, de preferencia deberán de contener formulas con lanolina, urea o vaselina. Beber mucha agua natural. Al menos 2 litros de agua natural deberán de ingerirse para mantenerse correctamente hidratado, siempre y cuando no exista contraindicación para ello.
4. Uso de calzado amplio. Para evitar los traumas directos a la piel; un calzado apretado, con pliegues o bordes podrían ocasionar erosión de la piel, aparición de ampollas o callosidades, lo cual el presencia de humedad y calor además
favorecerán la aparición de úlceras o infecciones. Es por ello, que el calzado deberá de ser cómodo, suave, abierto y amplio.
Incluso el algunos pacientes se podrá indicar uso de almohadilla plantar para para reducir el riesgo de úlceras en lo talones.
5. Cuidado de las uñas. Es importantísimo cortar las uñas con mucho cuidado, para evitar heridas abiertas. En caso de presentar uña enterrada, lesión abultada, herida o uña amarilla, es mejor acudir con el podólogo o su médico de cabecera. Las uñas deberán de cortarse rectas y usando preferencialmente
limas.
6. Uso de calcetas o calcetines limpios y secos. Idealmente sin elásticos ni costuras que generen fricción o trauma directo.
7. Evitar el tabaquismo. EL hábito del cigarro disminuye el adecuado flujo de sangre a los pies.